4.4.12

Eau de Kung-Fu

El camino del hombre está inherentemente ligado a las brasas por las que muchas veces cruza. Solo el valiente olvida mirar con desdén el camino ante sí. La negación del dolor engendra más dolor. Cubrirse del sol mientras se camina sobre las ardientes brasas es tan absurdo como pedir perdón mientras se peca. El tonto se calza con sandalias de goma antes de cruzar las brasas, el cobarde baña sus pies en agua helada. Correr no quiere decir que se entiende la premura. Las brasas queman las plantas de los pies, el sol quema el rostro, la duda quema el corazón. Tirar piedras al camino ante uno sólo acrecenta el sentimiento de soledad. La soledad nunca es mala en sí misma; no saber como ser permeado por ella es el problema. Si la noche acecha el camino, habrá que tumbarse a dormir y soñar con la luz. El hombre, por más que trate de evitarlo, nunca dejará de andar.

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