31.8.13

Acknowledgement

Rubén
Beto Goo
Kari
Juanqui
Ale
Yatza
Claud

Ibrahim Ferrer

Sergei Rachmaninoff

Mogwai
Radiohead
New Order
Caribou

Jorge Luis Borges
Bertrand Russell
Roberto Bolaño
Fiodor Dostoiewski
Isaac Asimov
Marjane Satrapi
Kurt Vonnegut
José Emilio Pacheco

Guillermo del Toro

Regina & Jona
Charlie & Richie
Zu
Iván Cáceres
Bere
Moni
Karla
Israel P
Diego C
Michel
Adrián
Iris & others down at Toluca (Lake)

Those infamous bits of past

Fuck you for what you have done to her

We are some sort of sunshine

Hooray, red rabbits!

Puente

Hoy vi el amanecer desde el puente que toma el camión en el que voy a la escuela todas las mañanas. Las nubes se deslizaban en jirones grisáceos de sur a norte, el sol era una bola roja y enorme asomándose entre las nubes, y el cielo se pintó de tonos azules y naranjas. Nada importó en ese momento: ni la falta de sueño, ni el hambre, ni el dolor en los pies. Fueron seis segundos de pasmosa belleza, de increíble soledad. Seis segundos suenan como una nimiedad, como un suspiro en medio de una ventisca; pero si se olvida el todo, y a veces la nada, el tiempo se ahusa, se hace hebra con la que se teje un recuerdo que permanece. Seis segundos entonces son la eternidad de una imagen que provoca que se flote sin amarras en el momento. La piel a veces se deshilacha o rasga, y yo uso esos momentos de parche para no perder forma. El sol rojo a la distancia está en la materia de mi cuerpo, lo puedo llamar cuando lo desee. Soy de cierta manera un amanecer.

24.8.13

Idea

La idea pocas veces representa al objeto real. Se ha escrito que el hombre idealiza todo lo que se presente frente a sí. Poco se brinca esta proposición. Los días lluviosos se ven como nostalgia, como un plan arruinado, como catarsis, como el escenario perfecto para sonreírle a alguien, como motivo de mal humor. Las fresas se notan como algo delicioso, como un mal día en el sanitario, como felicidad en forma de algo engordador, como algo a evitar, como la prueba de que el amor existe. Los libros se piensan como algo imprescindible, como algo caro y estorboso, como fuente de la vida, como artilugio para crecer, como algo del pasado. Y así con la vida y sus vicisitudes, sus días y noches, su gente y su sueño, su sabor y su olor, su textura, su pesar, sus momentos malos y buenos y peores y mejores. La tonada que me hace sentir perdidamente enamorado puede ser el dolor de alguien más, y sus lágrimas pueden ser lo que riega el pasto en el parque. Lo real está detrás de una cortina gruesa que el ser humano ha tejido por años. Las estrellas lejanas son alimento de algo desconocido. Las hojas son cobija de un insecto perdido. La música es leyes físicas en concordancia. El corazón es un músculo. El alma es sólo 21 gramos menos. Yo lo percibo todo al revés. O al derecho. No estoy seguro de qué forma. Tal vez, muy tal vez todo lo siento real, tan real que se me incineran los nervios. Y que al final, la idea del resto de todo y de todos sea infame porque en nada se parece al mundo en el que vivo.

Remanence

Life is a cliché. Endless repetition. Over and over. People wake up. People shower. They have breakfast and lunch and dinner, then go to bed. They dream silly, nuts, romantic, nonsense, horror. They shit and they fuck. They make love. They piss. They diss. They praise and reward and exaggerate and award. They talk endlessly. They shut up. They die. People are born. Then they die. People walk. People run. They deny. Sometimes admit. Or acknowledge. They shoot or stab or hit or beat over. They kill. They rape. They hide. They say they have done shit. People blame it on anyone else. They blame media. Their parents. Their friends. Drugs. Alcohol. The environment. Mostly their parents. They are never guilty. They flee. They blabber. But at times they say something meaningful. They write. They recite. They sing. Paint. Carve. Create in general. They beget beauty. They are beauty. They depict it all. The universe. God. Sex. The mind. The one they love. The ones they don't. They burst. They burn. They vanish. They are one and one only. And so on. Because life is the endless repetition of worthless or divine patterns. Here and there and everywhere and nowhere. Because we barely understand anything. Spacetime is immense so we think of the infinite. No such thing. Because I am just particles. And when I decompose, when I fuse, there is no possible way I shall remain. There is no bliss in nirvana, so why would I?

¿Hola?

He venido a tu puerta con el puño cerrado para tocar y tocar, decir tu nombre en murmullos que nadie escuche salvo tú y tal vez yo, tomarte entre mis brazos y besar tu frente, contarte el sueño que he tenido noche tras noche, sonreír como en aquellos días fríos en los que te he dado mi cuerpo desnudo, peinar tu pelo detrás de la oreja, sacar un trozo de papel de mi bolsillo y leerte aquel poema del que te hablé en la avenida mientras veíamos la tarde pasar, platicarte un par de tonterías y verte reír, y dejarte ir a la cama con otro beso - este en los labios; he venido y después me marcho diciéndote que aquí estaré mañana, y el día siguiente, y el que le sigue a ese también, y así hasta que ya no nos queden días. He venido a buscarte en un día lluvioso. He venido a tocar a tu puerta con la mano derecha porque en la izquierda llevo el corazón.

19.8.13

A veces

A veces cuando camino por la calle de noche me da aquella nostalgia que sólo da cuando uno sabe que no se dormirá bien por el simple hecho de sentirse tullido y cansado después de escuchar a los congéneres quejarse de lo insensato de la vida, y uno caer dormido en un sillón incómodo y con olor a perro. Le subo a todo al reproductor de mp3, el cual indudablemente logra que el mundo le quepa a uno en el bolsillo porque se puede brincar del soul al doo wop y de ahí al rock de los 50's y terminar en música en español, no sin antes escuchar a Mstislav Rostropovich rasgándole el alma al chelo. La música va a tope y toda la gente que va por la calle parece sincronizar sus pasos con el ritmo en mis oídos, y yo muevo los labios si es que hay letra o muevo las manos y brazos si es que sólo hay música, y tontamente hago gestos a la par. Todo se reduce a ese momento en que nada más parece importar salvo la consecución del clímax de cada una de la piezas que puedan sonar. El mundo, mi mundo, como lo dijo Tesla es una caja de resonancia. Tiemblo y ando, y ando y tiemblo, y quisiera no tener que llegar a casa porque no quiero dormir, no hoy, porque no quiero soñar con imposibles o con lo que de seguro me pasará uno de estos días. Camino despacito, sin mirar el reloj, bamboleando la cabeza y evitando las fisuras del pavimento, evitando pensar en ella y en ellos y en todos y en nadie al final. Cuando ya estoy por llegar a casa y a la idea de que mañana será uno de esos días que no quiero vivir, escojo una lista de reproducción y toco las últimas canciones de esta y me topo con aquella voz que me canta suavemente que no me pierda en el cielo, que no me pierda en el cielo porque cometeré un gran error. Absorto voy, siento como un par de manos me tocan la pierna pidiendo mi atención por cualquier razón, pero ni me inmuto, mucho menos me detengo porque hoy el egoísmo me hace hervir la sangre, y lleva la voz principal en esta tonada rota que ha sido este día ya que no importa cuanto reme a contracorriente, el mal humor me seca los labios y el alma de forma impermutable. 

9.8.13

Earnest tumbling round the room,
Daisies bloom when her eyes open,
Them lids burnt cause night was longest,
For dreams of shore then went asunder.

Bright hot tea awaits for 'er lips,
Shakings hips to tunes of wonder,
Trouble yonder in the warm shower,
Sing to self and be star cluster.

Painted soul on smiles and candor.

8.8.13

hoja de papel

la certeza de que algo grande vendrá de esta tensión. Algo que me relaja es contar los pasos de la escuela al café y de regreso, tratar de recordar los que me tomó el día anterior, y sacar el promedio, mientras escucho algún cuarteto de cuerdas o concierto de piano que llevo siempre en el mp3. La persona detrás del mostrador me sonríe por alguna extraña razón, pero yo hago la matemática de los pasos, y solamente arqueo mis cejas lo más amistosamente posible. Por la tarde algunas veces tomo una caminata por la avenida principal, buscando una fuente distinta a la de la vez anterior, y sentado con libro frente a los ojos escucho el golpetear del agua. El libro puede ser poesía, o un cuento laberíntico o uno más acerca de interminable alienación, o una novela que he tardado demasiado en terminar, o uno con palabras tan perfectamente ensambladas con otras que pienso en todo lo que estúpidamente creo que he hecho mal, y en ocasiones me froto los ojos para evitar llorar. Lo maravilloso del agua en la fuente es que hace su splish y su splash indiferente del clima, del tráfico del día, o de todo lo que cruza por la mente de aquellos que sientan a su alrededor. Si el sol me lo permite, recargo la cabeza en el respaldo de la banca en la que estoy y cierro los ojos, y perdido en el arrullo de aquel sonido que discretamente imita el golpeteo de las olas, vago sin moverme un centímetro. Ciertos días es imposible porque el sol da fuerte y lo único que se siente es esa ceguera lechosa de la que escribió Saramago, entonces pongo el reproductor en reproducción aleatoria, y veo la gente pasar. Una vez una chica me preguntó si me podía fotografiar mientras leía a Melville en una banca, a lo que dije sí. Enfocó y me pidió que siguiera leyendo, lo cual hice según yo como un segundo antes, pero ella dijo que yo no estaba sonriendo como hace un momento y que debería de hacerlo. Suspiró y se fue después de que la miré por encima de mis lentes, completamente perplejo. Desde diez metros me gritó que era una pena. No entendí qué quiso decir. Rara vez lo hago, es decir, lo que me espetan de lejos los demás. No por sordo, u obtuso, u obstinado, sino por abstraído. Como hoy que soñé en imágenes sin sonido, con una quemadura de cigarro en la esquina de vez en vez, sueño en el que andaba en bicicleta mientras comía helado de vainilla que alguien desde los diablos de la bici me ofrecía. Toda la mañana he pensado en esto, recordando la textura del helado y de la mano que lo sostenía, el olor de los sauces en el parque, y el vaivén de la mano de aquella niña que me saludó desde el columpio. Pocas mañanas recuerdo

3.8.13

Matilo 3

Matilo Asdrúbal se encontraba en la silla de su oficina comiendo lentamente cacahuates japoneses y escuchando a Mogwai cuando sonó el teléfono. A diferencia de lo que él creía, no sería el tono del espinosaurio lo que llamaría su atención, sino la hermosa voz de Mahalia Jackson cantando Come Sunday accapella. Tan perdido estaba mirando la pantalla en la que escribía un entrada acerca de sí mismo en su blog que no le extrañó en lo más mínimo que una canción que no había subido a su celular sonara como el timbre estándar. Matilo no reconoció el número en pantalla, así que lanzó con desdén el teléfono sobre el libro verde sobre su escritorio. Pensó que era buena idea escuchar la canción que sonó del celular, así que buscó la canción en su reproductor y la tocó. Mientras la escuchaba e intentaba contar la historia de sí mismo sentado en su oficina comiendo cacahuates con Mogwai de fondo, el teléfono se escuchó una vez más. Reconoció las trompetas al principio de una canción de Edith Piaf. Non, je ne regrette rie, se dijo a la vez que tomaba el celular y lo descartaba a la vista del mismo número de hace un momento. Vale decir que tal canción se encontraba en la memoria del teléfono, mas asignada como la alarma de lunes a viernes a las cuatro y cuarenta de la mañana. Matilo siguió masticando los duros cacahuates, tronándolos con singular placer mientras buscaba el último disco que había conseguido de la Piaf. El teléfono comenzó a hacer ruido una vez más, ahora con What a wonderful world. Matilo, un poco enfadado, tomó la llamada. Escúchame cabrón, se escuchó desde el otro lado de la linea, cuando marco es porque hay algo que debo decir no importando si sabes quién demonios habla y si lo quieres escuchar. Esta tarde, después del trabajo, necesito que vayas a la esquina donde tomas el transporte público cada mañana y me esperes allí. Iré en un automóvil rojo, y cuando esté cerca te llamaré con el índice de la mano derecha. Sí, así como tú tan groseramente haces con tus empleados. No dudes en subirte porque dudo que quieras estar en llamas frente a tanta gente, ¿cierto? Esto último es prueba de que debes de tomarme en serio porque a nadie le has contado el temor que te da morir quemado, ¿no es verdad? Bueno, allá te veo, y no dudes en llevar una botella de agua porque hará calor. Sí, es buena idea que lleves esa con tapa deportiva que tienes sobre tu escritorio porque iremos rápido. Respecto a la entrada, deberías de escribir acerca de esta llamada. Te gusta la metaficción, ¿no? Supongo que tu primo el fan de Gainsbourg la encontraría graciosa, así que no lo dudes. Y por cierto, yo usaría el cover de Charade de Fantômas como tono de llamada definitivo. No es necesario que la subas al celular, ya está ahí junto con Come Sunday. Posdata, no uses punto y coma en este texto porque comenzarán a arderte las mejillas. Nos vemos. Matilo presionó el botón rojo de colgar mientras frenéticamente comprobaba que la canción de Duke Ellington y Mahalia Jackson estaba ya en la memoria.

Mi padre, mi rey

-Ok, escucha: el fantasma de mi padre me visitó ayer por la noche. Pensé en todo los infortunios que me han pasado de tres meses para acá, y el hecho de saber que mi padre no está entre ellos me llenó la boca de rabia. Estuve a punto de gritar, pero me detuvo que mis vecinos también gritarían cual pequeños de cinco meses que han perdido el sueño. Di vueltas en la cama una y otra y otra vez, pero no pude conciliar el sueño. Y cuando por fin me fui perdiendo poco a poco gracias al sonido de las hojas meciéndose en el viento, la alarma se activó.
-Ya veo...
-No es que me queje de que visite mi pensamiento, pero sabes que no es muy grato saberse perdido en una noche en la que se supone yo abrazaría la calma y podría soñar otra vez. Esperé con gran anhelo a que llegara el día de ayer: no tenía que trabajar, podía disfrutar de música y un libro y la bebida ocasional mientras veía el atardecer caer sobre la nada de un día como esos, de los que ya no tengo muchos. Pero volvió a ocurrir... Tengo que advertirte que lo que te cuento está lleno de peros, peros porque no ocurrió lo que debía y lo que quería, peros de que la limonada no estaba tan fría, peros de que esas canciones que sonaron en el estereo gracias a lo perverso del shuffle me hicieron gravitar consecuentalmente hacia la figura de aquel al que no pude decirle que lo quería hasta que fue ya demasiado tarde.
-Me dijiste que tuviste un mal sueño...
-Sí. En él yo estaba sentado en la sala de recepción de una oficina en la que hace mucho tiempo que no pensaba. Tenía cinco años de edad, y por la puerta de salida cruzaban hombres en batas azules y cascos rojos que se cuchicheaban cosas y reían entre dientes después de mirarme. Yo sabía que esperaba a alguien que conocía aunque no recordaba precisamente a quién. Mi padre salía en el mismo atuendo hacia la sala y me preguntaba qué hacía tan tarde ahí si eran pasadas las ocho y yo debía estar durmiendo. Le pedía que me llevara a casa porque al parecer a quien esperaba no vendría. Él tranquilamente me decía que no era su problema si yo solo me había metido en tal embrollo, y que lo único que podía hacer era regalarme un boleto del metro. ¿Sabes? Él siempre me dijo que si llegaba a perderme lo que debía buscar era la estación del metro más cercana y de ahí largarme a mi casa. Mi padre me daba el boleto, estoy hablando del sueño, y me decía que esperaba que no me pasase nada malo en la caminata de la estación al edificio donde vivíamos. Yo le decía que fuera comprensivo ya que tenía cinco años, mas él respondía que la edad era una excusa, y que si había llegado solo, me podría marchar solo. Yo comenzaba a llorar, a lo que mi padre respondió con una paleta y un abrazo de despedida. Espero verte otra vez, me decía. Y yo lloraba sin consuelo.
-Ya veo...
-De cualquier manera, fue un sueño nada más.Es un maldito pellizco en la pierna al lado de los espasmos que sentí ayer cuando la voz de mi padre diciéndome lo mucho que lo he decepcionado rebotaba por los rincones de mi alcoba, susurrándome que si estoy encerrado en este hospital es por mi culpa, y que si él me a veces me mira dormir es porque no tiene otra opción. De verdad que quiero recuperar el sueño, de verdad que quiero vivir otras imágenes, de verdad que anhelo demasiado tener un día de calma, pero todo se empecina en que yo no pueda ser alguien normal otra vez, se empecina en que no sueñe con campos de tulipanes morados y naranjas, y en que la gente que se sienta a mi lado no sonría sin burlarse de lo estúpido que me veo después de que me medican y  yo sonrío plácidamente. No va a ocurrir, ¿cierto? Tú no vienes a visitarme porque quieres sino porque debes, ¿cierto? Tú y tu imbécil sentido del deber... Y tu imbécil obsesión por atenderme mientras te escondes detrás de tu tabla en la que escribes lo jodido que estoy. Óyeme... ¡Óyeme, con un carajo! Eres un puto doctor que se esconde tras sus papeles y sus méritos y sus credenciales, y que busca demostrarle al mundo lo chingadamente bueno que puede ser porque es capaz de atender a su hijo sin derramar una piche lágrima... ¿Me escuchas, padre? Seré un demente, pero sé que estás ahí, detrás de esos lentes redondos y esos ojos tristes... Y que lo único que esperas es que me joda cada vez más para tenderme la mano, salvarme, redimirte, y dejarle ver a tus colegas lo increíble que eres. ¡No! ¡La jeringa no! ¡Desátame y verás como no puedes controlarme! ¡La puta jeringa no! ¡Déjenme con un carajo! ¡Escúchame! ¡No te vayas! Ven... Ven...

-Sabe, doctor Sullivan, aún no entiendo por qué sigue tratando de ayudarlo.
-Es lo último que puedo hacer por él y su familia. ¿Qué haría usted, Drake, si pudiese tratar de auxiliar a su propio nieto despúes de que este mató a su propio padre?
-Lo mismo. Eso creo...

Diario

Le dije que lo amaré por siempre, y un día más. Russell escribe que, "todo lo que conozco es parte de mi "conciencia" y que las inferencias por las cuales yo llego a la existencia de otras cosas no son de ninguna manera concluyentes. Por consiguiente, puede ser que nada exista, excepto mi mente. En ese caso, cuando yo muera, el universo desaparecerá". Así que puedo argüir que no le he mentido. Siempre es siempre dentro de la concepción del tiempo, y cuando este se esfume se habrá cumplido lo que le he dicho. Sé que siempre es una palabra hueca porque los amantes en la vigilia, o en la confusión del comienzo de todas las cosas la usan sin cesar. Pero yo jamás me había atrevido a usarla, como jamás había usado jamás antes de lo que ahora escribo. Mi madre me ha preguntado cómo es que puedo estar tan segura de que amo a aquel hombre de dientes disparejos y mal humor por la mañana, que si es posible que esté cegada yo por la inconmensurable cantidad de atención que él me pone, y que si soy consciente de lo obstinada que se puede ser cuando una está enamorada. Mas a mí no me importa lo que ella piense de todo esto, yo sueño con su nombre escrito en las estrellas, yo vivo con sus ojos torpedeándome cada vez que estamos desnudos en la cama, yo anhelo la fortuna y el infortunio a su lado porque saberme parte de él es ser un rompeolas que da la bienvenida al mar no importando la dureza de las olas. Mi universo soy yo, puedo interpretar de lo dicho arriba, y el hombre del que hablo es la fuerza de gravedad que hace que todo sea relativo dependiendo de donde se está. El arriba y el abajo desaparecen porque ambos estamos en todos lados. Quiero cerrar los ojos e imaginar como su mano toma mi muslo y poco a poco va subiendo mientras se vuelve ligera, para terminar tocándome como sólo él sabe hacerlo, y yo convertirme en supernova. Quiero cerrar los ojos y sentir como el sonido de su respiración se acerca a mis oídos y muerde mi oreja mientras su otra mano juega con mi pelo. Quiero cerrar los ojos y no poder decir nada porque sus labios están contra los míos. Quiero cerrar los ojos y saber que jamás me dejará.

Muro

La vereda sueña con ser andada, y el vagabundo sueña con andar de aquí a allá. El sol hacer crujir la madera, y la madera no quiere crujir porque odia el dolor que le provoca. El mar azota contra las rocas de un rompe olas, y las rocas después de tantos años están agotadas. El vaivén del mundo no es tan fácil como se quiere pensar. El ser humano idealiza absolutamente todo lo que se le presenta frente a los ojos, y la simpleza con la que aparentemente se desenvuelve todo es una idealización más ante el miedo de que algo perversamente oculto nos lleve al abismo. Claro, el universo es un lugar complejo contenido en una serie de acaecimientos correlacionados entre sí en una forma vasta y matemática. La vida debe de tomarse con levedad no por el hecho de creerla fácil y sencilla para sentirse bien con uno mismo, sino por el llano hecho de que es tan inhumanamente complicado saber qué es lo que sucede por todos lados. Alguien se sienta a llorar sin consuelo en la banca roja de determinado parque, y trata de entender el dolor en vez de simplemente abrazarlo, sentirlo, y drenarlo poco a poco cada vez que es demasiado. Así como el río fluye sin saber por qué lo hace, así debería ser con los malos ratos con los que uno debe encontrarse. Andar entre algodones es vacuo e inservible ya que el asco siempre acaba por alcanzarlo a uno. Yo intenté correr lo más rápido posible para no sentir el desgaste de todos los adioses que he tenido que vivir, pero para mi fortuna me di cuenta de que la fricción del viento contra mi rostro acabó quemando mi piel por todos lados, y ahora vivo avergonzado no de mis cicatrices, más bien del atrevimiento que vehemente se refleja en mis ojos. Hoy tomo este pincel y reclamo este muro como el lienzo donde trato de contarle al mundo lo que un insensato hombre como yo hizo aquel mes de julio de mil novecientos setenta y cinco.

Encontré una foto del muro que tenía ese mensaje transcrito en letras rojas mientras lloraba por el amor perdido. La guardé en mi bolsillo, y ahora la leo cada vez que mi ojos estallan. Lloro por horas, y al final me puedo sentir un poco mejor.

3 de agosto del 2013.

2.8.13

sweet and sour fucking friday

i appeal to not using capital letters the way i appeal to not actually saying why the fuck i write this entry. you see, all in all the deeper the hole seems to go, the more entangled i happen to want to be. the hole is not irremediable, my jump was not irremediable, the outcome is not irremediable - i for some fanciful reason know how to float and stop the plunge. i chose, i have made every single damned choice which has lead my atoms to this point, so why should i run away? fuck your answer to that, and fuck their answer to that, too - i stand up to my decisions, to my errours, to my horrours and to my moments of joy. so, do not come up with words of fear and prevention and wield them as wisdom. you are not i and i am not you, and all you may do is think and spit, and i shall listen. so, yeah, i am angry, so, yeah, i listen to the same old song over and over and over and over and over again, so, yeah, i talk to myself and think to myself and write these lines to myself without contemplation to anyone else because as i said in common words which are all a colossal cliché i am my worst enemy. o you, and all you, have nothing to do with nothing of this since i have no control of nothing regarding you. this is a bodacious and vulgar rant meant to say i see the path ahead and despite the fear which blurs my whole perspective i won´t turn away. my lord has left me, my brother has turned his back on me, but the constant drama i dare wrap myself up simply washes away when i boil in the red sea. make sense not of this, just read it and lick it as you would your sweaty index finger. look at me. feel how i look at you. this is all that matters. these words are just words. these sentences are just sentences. angry sentences. dispose of them. please, do not do so with me. have you ever seen a man burn? any day of the week? how about seeing him burn on a sweet and sour fucking friday?