25.4.13

How to improve a poem

-Play a song about the seas for it
-Read a passage about flowers from a book you love for it
-Tell it a pretty anecdote
-Share some words about your loved one with it
-Give it a kiss

23.4.13

terrour

He comenzado a pensar que el mundo cambia sin control alguno, y que tal vez sólo puedo fumar mota y admirar como gira sobre su eje. Además, ¿qué puede pensar uno cuando la mujer que presume amarte te dice que la haces feliz para después sorrajarte un jarrón de cuatro galones en la cabeza? El control es una ilusión, las ilusiones son trozos de añoranza sin control, y la añoranza es una ilusión de control ya que uno cree que el deseo por un momento pasado es cierto simplemente por el hecho de haber sido aparentemente feliz en aquel momento. Y a mí esto de la añoranza me suena a pura falacia; es como tratar de contentar al estómago acordándose de lo delicioso que fue el pastel que me prepararon para mi cumpleaños treinta y uno. Si no tengo un plato de lo que sea me sacie frente a mí, no puedo hacer nada para contentarlo, ¿cierto? De cualquier manera, mi vida está tan imbuída de factores que desconozco que he dudado demasiado si debería de planear las cosas. No necesito matemáticas para saber que puede ser que hoy el chico del pollo haya vendido todo antes de que llegue yo. Los senderos de la probabilidad se bifurcan y yo no sé siquiera cuando he tomado la izquierda o la derecha. Los senderos se bifurcan y bifurcan sin final aparente, y no sé si de verdad pude haber muerto en aquel accidente de autobús a los ocho años de edad, porque yo y mi madre decidimos esperar a uno más vacío, y al ver aquél estrellado contra el tren de las dos de la tarde me heló la sangre porque sentí que pude haber ido ahí, y que ahí estaría lleno de sangre y sudor frío, gritando que no podía ser el fin si tenía tan poca edad; pero no es el sendero en el que anduve, ese del final abrupto, ese que habría impedido que me emborrachara tantas veces, y que aprendiera a andar en bicicleta, y que grabara mi nombre en las paredes en pos del arte, y que perdiera a los hombres en laberintos invisibles. Laberinto invisible en el que alguien me ha perdido también: no sé si ha sido Dios por haber tratado de imitar su obra, no sé si he sido yo mismo en un evento de vasta crueldad. La vida y el mundo se bifurcan sin control alguno y yo andando tan a tientas que busco muros donde no los hay. Pienso en mi madre y en mi padre, y como fui a perder las madejas de hilo que me ofrecieron tantas veces, y que desdeñé hasta que la historia de Teseo me mostró que la ayuda de corazón nunca está de más. Pero fue demasiado tarde porque el hilo quedó corto ya que se deshilachó conforme a mis padres se hacían viejos, y para cuando decidí usarlas el viento me jugo una mala pasada al no saber yo de la longitud de las madejas. Y yo andando tan a tientas, buscando nada, sintiendo nada, sin saber si de verdad hay bifurcaciones, si el final está lejos, o si de menos hay final alguno a este engendro de miles de cabezas. Estoy seguro esto es de lo que hablaba Juan el apóstol, el dragón no de siete sino de miles de cabezas, bifurcándose una y otra vez, y cada uno de nosotros es la prostituta de Babilonia, llenos de desenfreno por vivir sin darnos cuenta de que tal vivir se trata de andar sin saber por qué se anda, sin mirar atrás, y sin pensar en el camino que uno piensa se ha elegido.

Al fin y al cabo, yo sólo busco el campo de gardenias para tumbarme en él, y poder dormir.

15.4.13

partícula

Eres,
El aire que has respirado todo este tiempo,
Sol y luna irradiados en tu pelo,
Las noches de sueño y vigilia,
Mirada por el mar perdida,
Paseos en un campo de geranios,
Olor de avellana al medio día,
Tardes de películas sin fin,
Sombra bajo el sueño de un abeto,
Lluvia deslizándose en la ropa,
Charlas de memorias los domingos,
Rojo atardecer en la zozobra,
Azul amanecer sintiendo frío,
Concierto de orquesta a las ocho,
Reflejo en el agua de la nubes,
Esencia de cereza o durazno,
Andar sobre el pasto a pie descalzo,
Notas en un piano vertical,
Canto a mil voces sobre el cielo,
Risas platicando en el parque,
Picnic admirando el firmamento,
Suspiros a razón de un "te quiero",
Tormenta entrelazada a un "te dejo",
Fuegos de artificio al nacer,
Réquiem para chelo en la partida,
Hojas de un libro interminable,
Epítome de compasión y de deseo,
Catarsis ante las puertas del infierno,
Partícula elemental del universo.

литературный

Después del complicado inicio, las palabras salen, se liberan, y chocan unas contra otras, dando vida a una historia. Uno, cual Posidón, conduce el oleaje de la narración, quitando y poniendo, ahogando serpientes marinas y guiando ballenas. La historia, a veces de un azul encrespado, a veces de un negro mariánico, tiene un hado no definido. Por lo cual, uno no tiene control total del destino del personaje que se ha sumergido en un mar de palabras que le cambiará. La narración hunde no sólo a los personajes, sino al autor mismo. Pocas veces, ya sea como autor, ya sea como personaje, se puede escapar del desastre. El frío mar nocturno lo invade todo. No importa cuanto se agiten los brazos, uno termina sucumbiendo. Esto es, el mar narrativo termina por tragarnos a todos, y nos convertimos en peces.

5.4.13

Πυγμαλίων

Rara vez puede alguien comprobar que es el destino lo que nos depara tal o cual cosa sin causar escepticismo en de menos una persona de su auditorio. Claro, a cada uno de nosotros la mística nos ha parecido en cierto momento algo fascinante; es un escape a la que varias veces consideramos una "existencia cruel" ya que le otorga a nuestras vidas un "propósito cósmico". Digamos que un día me veo afectado por cierta causa, y tengo la urgente y momentánea necesidad de dinero, aunque he olvidado mi cartera. Andando por la calle noto una peculiar piedra que luce como un limón, y debajo de ella encuentro un billete de mil pesos. Destino, es la más inmediata aserción, alguien me escuchó, alguna fuerza está de mi lado, aquel cristal que compré con doña Chelo funciona, la vida me lo ha deparado... Un sin fin de frases que buscan explicar el evento. La urgente necesidad de sentir que uno cuadra con el resto del universo provoca un resquicio que la mayoría de nosotros busca sellar con yute artificial. No digo que todo esto sea imposible, las leyes de la causalidad no han sido descubiertas del todo respecto a todo, y todavía se encuentran demasiadas esquinas oscuras respecto a cómo funciona el universo; tampoco tengo método alguno para desmentir lo antes mencionado, pero hay algo en mi corazón... no, en las sinapsis de mi mente... hay algo en mi mente que me dice que no es posible que el universo completo se confabule para que yo pueda satisfacer mis necesidades, elementales o no, por obra de la casualidad. Es como la historia de aquel quien se enamoró de un trozo de mármol que talló hasta encontrar el cuerpo de una mujer. ¿Se atrevería alguien a decir que el hado que pesaba sobre él lo condujo a caer rendido a los pies de un trozo de materia muerta? ¡Oh, entiendo que la materia está llena de partículas elementales en constante movimiento! Me refiero más bien a que lo inorgánico no puede darle calor a uno sin la intervención de una deidad. Sé que la diferencia entre un trozo de mármol y un trozo de mi carne es de grado, mas ese grado sería capaz de cubrir la distancia entre Canopus y la Tierra. La locura de ese hombre no es razón suficiente para creer que algo extraño e inesperado me llevará a la cumbre o a la ruina. Si se supiesen las suficientes matemáticas se podría observar que incluso el fantasma de mi padre azotando las ventanas de mi casa cada una de las noches veraniegas tiene una explicación científicamente causal. No hay tormento que venga de una fuerza superior por mi abandono y mi ceguera... Oh, Dios... Creo que he tomado demasiado láudano.

Galatea, te observo y siento mi piel hervir.