26.11.13

can

Can you hear how them stars sing you a lullaby?
Can you?
Can you see how my heart has turned into an ocean?
For you to be bathed in a midsummer afternoon? Can you?
Can you come close and hold my hand?
So you can hear me tell you about all the colors I have seen, you can?
And can you tell how my body whole is yours truly?
Will you spend one a many night feeling my warmth?
Having dreams of autumn leaves happily crackling?
Can you take me in your arms and smile when I tell you that, yeah, the universe has conspired for you and me to be together?
Could you?
And will you believe me when I say that I have whispered to them stars how precious you are?
While teaching them that song about you?
Can you hear them singing now?

19.11.13

2

¿Sabes? Te voy a contar una historia acerca de un pequeño pato de hule que quería conocer el mar. El patito en cuestión vivía en la tina de una niña llamada Beatriz, quien siempre que tomaba un baño era acompañada por el patito y una ranita de esponja, quien era la mejor amiga del patín de entre todos los juguetes. Patito, ¿por qué quieres conocer el mar? Es inmenso y azul profundo, no apto para alguien pequeño como tú. Además, si te vas, Beatriz se pondrá muy triste. El patillo lo tenía en consideración, pero el deseo era grande en él. Una vez, en el trascurso de ese año, la tía de la pequeña visitó a la familia para despedirse antes de mudarse a la costa. El pato escuchaba la conversación desde el lavabo de la cocina ya que la madre de Beatriz los lavaba a él y la ranita después de un chapuzón de barro en el jardín. El patito pensó que era su gran oportunidad ya que la madre y el padre de la niña odiaban el calor de la playa y hacía mucho que no se acercaban al mar. Patito, dijo la rana, se cuidadoso porque será difícil escabullirte en la maleta a la luz del día, y la tía parte hoy mismo. Pero el patito no lo dudó. Cuando habíasen ido todos a la sala para disfrutar el postre, el animalito de hule saltó por los aires propulsado por una cuchara de madera sobre la que brincó la rana. Rebotó contra el piso fuerte, se golpeó la cabeza contra la pata del desayunador, lo arañó el gato de la casa, se raspó la alita al abrir el zipper de la maleta de mano de la tía, se manchó con un plumón de aceite destapado, pero se encontró en la pequeña maleta y se sintió feliz. Cuando fue hora de partir, la ranita hizo lo que pudo por estar en la puerta para despedir a su amigo, pero no lo vio. Adiós amigo, se dijo a sí misma mientras saltaba hacia el baño en el fondo de la casa.  La primera noticia que tuvo Beatriz de la tía fue cuando ésta les mandó fotografías de su primera tarde en la playa, acompañadas de un pequeño mensaje: Lo más maravilloso ha pasado; he encontrado este patito de hule en mi maleta de mano mientras buscaba cigarrillos  ya que me sentía un poco sola, pero al verlo y recordar a Beatriz y a ustedes, he sonreído y me he sentido mejor. Prometo cuidarlo y regresarlo tan pronto pueda. Beatriz al escuchar lo que su padre leía le pidió que le escribiera a la tía que el patito sería feliz allá, que ella lo sabía, y que de ahora en adelante sería su amigo cuando se sintiera sola, mas que cuando no también. Y mientras el padre tecleaba el mensaje, la ranita en la mano de la pequeña, quien acaba de tomar un baño, sabía que el pequeño pato de hule color amarillo sonreía, bañado en felicidad.

1

Esta es aquella historia que alguna vez escuché acerca de una pequeña niña que más que nada quería atrapar estrellas con su sombrero. Pequeña, oh pequeña, le decía su hermano, ¿por qué aquello de querer atrapar estrellas habiendo tantos problemas y cosas que hacer en casa? Hermano, ella contestaba, porque aquellas estrellas que miras a ratos son felicidad atrapada en el manto de la noche. Imagina cómo sería todo si las tuvieras a la mano. Pequeña, oh pequeña, él contestaba, dejarás de ser tan ilusa. Los días pasaban, y la pequeña no dejaba de pensar en cómo atraerlas a su sombrero. Tal vez, se decía, tal vez si las pienso con fuerza vengan a mí y las pueda atrapar en mi sombrero. La época de lluvias llegó al pueblo donde vivía la chicuela. Los cielos se tornaron más grises que de costumbre porque había huracán aquí y huracán allá. El negro del cielo tormentoso no dejaba los días. La gente se apretujaba por el frío y la lluvia, y casi no salían. El cumpleaños del hermano caía en tal temporada, así que estaban todos acostumbrados a una fiesta pasada por agua, menos el festejado. Siempre fue complicado para él, pero fue peor ese año porque ni un rayo de sol tocaba a la puerta. Es triste lo que está sucediendo, se dijo la niña, así que haré algo al respecto. Partió con su sombrero a lo denso del bosque a buscar aquellas bayas que su hermano tanto adoraba y así su madre pudiese hacerle un delicioso pastel. Anduvo sin suerte un rato ya que no encontraba los frutos, hasta que entre dos troncos viejos avistó el regalo. ¡He encontrado las bayas, con júbilo dijo, para el delicioso pastel! Recogió frutos rojos en una gran cantidad, sonrió enormemente y se puso a andar, mas cuando se dio cuenta perdida estaba ya. Busco sin resultado pista de sus pasos, y dio vueltas y vueltas hasta que no pudo más. Se sentó en el piso y echó a llorar. Escuchaba tantos ruidos que no reconocía, y el miedo crecía cuando a su oído llegaban. Si el cielo despejado estuviera, se dijo, si despejado el cielo estuviera no tendría que llorar porque las estrellas vendrían y conmigo estarían, y yo dormiría de felicidad. Esto se lo repitió tantas veces como pudo hasta que algo bajó del cielo, la cegase, y la durmiera de tajo. Al día siguiente, cuando la horrible resignación había tomado ya a la familia, y pensaban más en velorio que en fiesta porque la pequeña no aparecía, llegó ella con la canasta y sombrero en mano. Sus padres y hermanos estallaron en llanto, preguntándole todos dónde había estado. Por bayas fui al bosque, dijo, para tu cumpleaños hermano, mas me perdí en el bosque, y eso la noche ha durado. Supe se preocuparían pero por fin he llegado, con mucha fortuna y con mucho cuidado. Hermano, le dijo, las bayas he encontrado, pero un resultado mejor de esto he sacado porque cuando en el bosque he llorado algo hermoso ha pasado. Así mostró su sombrero y quinientas estrellas salieron a iluminar su aposento. Y así la fiesta tuvieron, celebrando al hermano, con esas quinientas estrellas y con aquella pequeña que nunca dejó de soñar.

12.11.13

On love, the wind chill, and the sun

I had forgotten how it feels, how it felt. I once wrote about the jealousy and haphazard of any common relationship. I raised my voice in contempt and laughed at those holding hands and smiling despite the growing spite in their hearts. I take that word back, for now I comprehend it may very well not be spite but plain fear. Fear might be looked-down-on, diminished, scorned, said to be an illusion, yet as vacuous as these words of mine seem I dare call it, more than anything else, essential as to no primal emotion has brought as much ill, or as much splendor to those who act upon it fear. Sad as this reads, not even love might carry such importance. Sickly as we are, treacherous as we sometimes become, afraid of chance as we lay, we hope for the sun not for its blessings, but for the black fate we believe the cold wind shall bring. I do not laugh now, you see. I rub my hands and once in a while blow in them trying to heat them up, while the drizzle and the chill gain on my wait. A hopeless wait since there is not a thing to be waited. And this all happens not to be wrong, savvy. Things are as they should. The wind is none but the wind, and the cold has no aim in creeping up my limbs, and the sole grey street is just a street among others in this weather. However, one sees it not, I see it not, so the world appears a darker place for a foolish reason. It is then when one may curse the sun for not being there, brushing my hair, caressing my skin, besweating my face. One shouts in silly might that so then the sun shall stay away because in absence one can fully understand how being lonely makes us strong. There is no pain if the source of it has gone, we tell ourselves, and we stupidly say it over and over inasmuch as we were once told that any sentence told a thousand times is undoubtedly a truth. How could you say you have loved me, sun, if many a day you have left me in the wind to feel cold, we utter, while you hold somewhere else in your arms of warm sunlight? Such folly. Why must it glow overhead day in, day out for you to be comfortable in a bed of mirages? It shall all extinguish some day for them acts of nature all die some day. And regardless of you, this is how life is, because some day you shall also go away. The clouds up there open just a little, a ray of sunlight finds its way out, rumbles down the street and crashes itself against my left hand. Pure joy it is and nothing else, I think. I get up, drop my scorn and my angst, yet keep fear in my chest, and walk holding hands with the sun.

10.11.13

Oda

Si me voy a tumbar a la cama y cierro los ojos tu imagen me invade. Hoy se siente como el mundo gira para ti, para que habites en él, para que seas en él, y para que en ese mundo yo pueda amarte. Cierro los ojos y siento tu cuerpo junto al mío, tu cabello bañando mis manos, tu respiración eliminando cualquier sonido circundante, tus labios quemando los míos. Los abro y sé que no estás mas estás aquí. Las nubes allá afuera se detienen porque no quieren que el sol me lastime, que trepe por las paredes de mi edificio, entre por la ventana y haga arder este cuarto. Ten calma, me dicen, ten calma. Toma al tiempo del brazo y cuéntale lo que has hecho con ella los últimos cinco días, dile de aquella sensación en tu cuerpo cada vez que ella lo recorre con sus dedos, embriágalo si puedes con aquel amor tan sencillo y hermoso que viene de verla despertar y decirle hola mientras la tomas en tus brazos, me dicen. Así que lo siento conmigo al tiempo y le toco una canción acerca del sol y de ella, le murmuro acerca del olor de su piel antes de dormir, del color de sus ojos cuando viste de rojo, del tono de su voz cuando ríe mientras habla y habla mientras ríe, del poder su sonrisa. El tiempo me abraza y dice que el próximo encuentro está cerca, y yo me quedo en mi cuarto enrollado en las sábanas, pensando en ella. No dormiré y soñaré con ella, me digo, porque una realidad a su lado es más que mil sueños en los que me visite. Así que tomo un libro y me pierdo en él, mientras que mi corazón se acelera cuando tu recuerdo me acaricia el rostro, y yo pienso en ti a más no poder porque eres prueba fehaciente de todo lo bueno que el amor representa.