6.3.14

Jueves 6 de Marzo de 2014

Hoy salí de casa, como casi siempre, a las cinco y treinta de la mañana. Adormilado, con la cabeza gacha porque lloré antes de dormir, dejando el backpack en casa porque un libro de Boges parecía más que suficiente, y sin música en los oídos porque olvidé el reproductor de mp3 en la oficina. Tuve que esperar por el microbús por cinco minutos antes de extender mi brazo derecho, aguardar a que parara y que tres personas bajaran, subirme y aplastarme en el lugar más recóndito no del microbús, sino de la Tierra misma. Allá al fondo, lejos de los demás pasajeros, quienes duermen o miran hacia las calles muertas de un lugar por el que se pasa demasiado temprano. Cerré los ojos e intente dormir también, cuando sentí un pequeño roce en la mano derecha. Al abrir los ojos, encontré a mi lado a una niña mirándome fijamente, de una forma triste. Llevaba una pequeña libreta de papel amarillo en la mano izquierda y una pluma que decía "Cozumel" en la otra. Cuando me giré hacia la ventana, sentí una vez más ese roce en la mano, y al voltear noté que me extendía un trozo de papel con lo siguiente:

¿Por qué lloraste?

Iba a responderle cuando puso el dedo índice derecho sobre sus labios, a la vez que me extendía una hoja de la libreta y la pluma. Arranqué un pedazo y escribí:

Porque tengo mucho miedo de no hacer lo correcto, de decepcionar a la gente, de que se alejen porque no soy lo que esperan.

Lo leyó y sonrió, torciendo la boca un poco y moviendo ligeramente la cabeza como diciendo no. Me extendio otra nota.

Eso es muy estúpido.

¿Crees?

Claro. Quien te conoce y confía en ti no debería esperar nada de ti. Y así, la decepción se esfuma en un soplo de lógica.

Lo sé, pero, tengo un desbalance neuroquímico en la cabeza, y a veces no importando de cuanta lógica me valga, las cosas se me apelmazan y no puedo más que llorar.

Patrañas.

No supe como responderle.

El que no quieras medicarte es completamente tu responsabilidad, y no puedes infundírselo a nadie más bajo ninguna circunstancia. ¿Tienes a quien contarle que has llorado?

Eso creo.

Deberías de hacerlo. Sin dramas, sin palabras de más. Sólo el hecho de que has llorado porque te ha alcanzado el vacío. Si te realmente te entienden, todo estará bien.

Tal vez sólo exagero.

Puede ser. Aún así, estás enfermo.

Meh.

Cada papel que ella me dio fue directamente al bolsillo de mi pantalón, mientras que los que yo le di los guardó en su zapato izquierdo. La pequeña me pidió que cerrara los ojos. Lo hice, y sentí un ligero beso en la mejilla derecha mientras ella depositaba algo en la mano del mismo lado. Me susurró, despierta porque estás a punto de llegar. Abrí los ojos y descubrí una flor de origami color amarillo. Busqué las notas en mi bolsillo, mas no las encontré.

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