4.9.13

Ajá

El objeto de mi afecto es el mismo que el de mi aflicción. Las cosas no son como pensaba serían. Es mi culpa. Mi maldita culpa. Siempre me hago una idea del sabor y el olor de las cosas. Del accionar de la gente. A veces acierto. Muchas veces. El día me sabe a dolor de cabeza cuando no. Me postro frente al computador con los audífonos a teclear hasta que se termina el café y el agua. Salgo a despejarme en vano porque sigo con esa punzada tan particular detrás de los ojos. O con la sensación de tremor y cansancio. Me da el aire fresco de un día nublado. Llorar aunque sea un poco no caería mal. No puedo. Es fisiológicamente imposible para mí. Suspiro. Río. Pero qué cosas me pasan por la cabeza. Pienso en la nota del día. En lo ridícula que será si escribo lo que me sucede cuando me duele la cabeza. Sueno más como un adolescente soso y malhumorado que como alguien que de verdad tiene problemas. Yo no los tengo. Sé que podría tomar una pastilla. No lo haré. Odio que mi orina huela a medicina. Un dolor de cabeza no es un problema real. Tampoco uno cada semana. Quiero ir a casa. Quiero tumbarme. Quiero pensar nada. Quiero ponerme una almohada debajo de la cabeza y otra encima mientras estoy bocabajo con la música de Shostakovich en los oídos. Quiero acostarme aunque me zumbe la cabeza por no hacer nada más. Posiblemente no lo haga. Solamente me sentaré a esperar que salga mi ropa de la lavandería. O solamente daré una vuelta por el vecindario. De cualquier manera escucharé algo de Shostakovich. Mientras los celos me corroen las entrañas. O mientras la frustración por algo torpe me rebota en la mente. No lo he decidido aún. Podría sentarme en la avenida y tratar de escribir algo lindo. Algo para mí. Y de rebote para alguien más. Para ella. Ya me jodí si llueve porque no se puede escribir bajo la lluvia. Cada una de las cosas que escribo sólo pueden ser escritas una vez. Con la tinta se corre la idea si nadie la ha leído. Mi memoria es pésima. Así que no creo poder llegar a teclear lo que sea se me ocurra. Siendo honestos muchas cosas que cruzan mi cabeza jamás llegan al papel. O a la pantalla. No importa. Lo valioso en esas ideas es lo efímero de su ser. Como yo. Porqué leo acerca de la edad del universo y de la materia oscura y me siento nimio. Pequeño. Está bien. Abrazo a Russell y pienso que este universo también se ira al carajo cuando yo me vaya. Es hora de una segunda taza de te.

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