Tú, con tus labios asesinos,
Tu silueta perfecta de Ilíada,
Y tu blancura de faro en el desastre,
Me haces suspirar,
Me llevas a la mar y ante las olas,
En un atardecer perdiéndose en mi historia.
Tú, con tu fragilidad de día nublado,
Con tu bondad en una mano,
Y tu amistad en la otra,
Me envuelves en tus brazos,
En tu piel, en tu memoria,
En una noche de luna perdida en nuestra historia.
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