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26.11.15

No sex
No tenderness
No words of love
Of comfort
Even of wisdom
I had an OK day
Just OK
That is all you say
Why would you once and then share bits of universe you have happened to be
You won't ask either
Since you are not into how many cans of beer I fancied
You seemed like an OK day yourself
Hence you shut
Choose a bit of telly
Go to sleep
And trust I shall do the right thing
Like a trained beast
I do alright
I stay up in case you would need your lamb
So devoted
Because I would not see you wrong me
O you may say you love me
You would suture yourself up if there were elsewhere a blossom
Care not
Mind not
For I am convinced myself you are the Earth to my oxygen
My six days of week and my ten sighs of wonder
My awe and my morning
My sin and my leper
Storm you are none
Not to me
To me all I eye is miles of tulips
Hence I walk in you and be you
Feel and be you breeze
Smile in your sunlight
While you pour words of love on someone else over the telephone

13.1.15

entonces te acercas a mí, puedo olerte, puedo sentirte tan cerca que el final de mi piel se mezcla con el inicio de la tuya, puedo probarte en mis labios, escucharte, sintiendo el temblor de tu cuerpo y el vaivén de tus caderas, tu piel se enchina cuando mis labios van de tu cintura a tu cuello, dejando pedazos de mi aliento por toda tu espalda, muerdo tu hombro y beso tus labios, y tu silencio termina en un gemido largo, te vuelves hacia mí y mi mano se pierde en ti, mientras las tuyas rasgan mi espalda, con tus labios fundiéndose con los míos, con mi cuerpo en comunión con el tuyo, marea de ti y de mí, canto del mar contra las olas, la luna nos mira, nos baña, y en esta noche estrellada iluminamos el cielo de azules y rojos con nuestros fuegos de artificio

 y te abrazo mientras tratamos de dormir en esta noche de frío

2.1.15

Ayer en la mañana abrí los ojos y no estaba solo. Porque estabas tú. Tú que te estiraste hacia mí y me besaste primero en la mejilla y después en los labios y me dijiste, Buenos días, de la manera más dulce y suave que jamás había escuchado. Y también ahí estaban los niños dormitando, y estaba el sol entrando por la ventana. Pero más que nada estabas tú, con tu pelo largo interminablemente cayendo por tu hombros, con la tersa piel de tus dedos alcanzándome el alma, con tus acaramelados ojos encontrándose con los míos y haciéndome sentir como el ser más importante del mundo, ahí, aunque fuera por un eterno segundo. Estabas tú, tan cerca como nadie, curvando mi universo por completo, expandiendo nebulosas y constelaciones por mi cuerpo. Tú y sólo tú.

Anhelo que ya sea de mañana otra vez y ser lo primero que miras al despertar.

31.10.14

hyper pink pop song

I had lost all hope,
Sea was my home,
Fed on one and none,
And then...

Destiny called out my name,
Boy, you got to understand, it said,
That all this time I had a plan.

Grassy hills,
Sun up high,
Got a lollipop in hand,
Walk towards you,
Hold me tight.

So destiny called on me,
I have come to understand,
All this time you got a plan,
And now I sit in a field of flowers.

8.10.14

Tómame,
Has de tu cuerpo algo irrompible,
Orilla al viento a ser una canción de cuna,
Celoso de que tú puedes tocar mi cuerpo,
Pasar tus dedos lentamente por mi espalda,
Mientras besas mi cuello lento,
Y yo me derrito y me expando por el mundo,
Iluminando sus noches, sus rostros durmientes, sus rincones oscuros,
Iluminándolo así porque estoy hecho de lo que están hechas las estrellas,
Así como tú lo estás,
Así como tú apareces en lo oscuro de mi cielo,
Entonces tómame,
Has que mi corazón explote en rojo y azul y amarillo, morado y verde,
Y aquel 'te amo' hecho suspiro escapa de mis labios y se posa para siempre en tus ojos.

7.10.14

Ven y siéntate conmigo. Tomaré tu mano, te acercaré a mí y te contaré algo al oído. Te hablaré de como alguna noche, sentado en un parque, se me acercó un colibrí, revoloteando de derecha a izquierda y viceversa. Se plantó frente a mí, si es que los colibríes pueden hacer eso, y preguntó, Tú amas a alguien, ¿cierto? Cierto, le dije no sin sorpresa en mi voz por escucharlo hablar. ¿Crees que lo que sientes es real? Vaya, qué hay tanta gente que te dice tal o cual cosa acerca del amor que ya no sé qué pensar, me dijo. Lo es, contesté. No lo dejes ir, no la dejes ir, porque la confianza con la que has respondido es suficiente para mí para mostrarte lo que muy pocos colibríes con el atrevimiento de hablarle a un humano y descubrir que conoce el amor han hecho. Entonces, el pequeño pájaro se alejó de mí, y con el más maravilloso canto que puedes imaginarte llamó a cientos de su género al parque. Después de acomodarse donde el primer colibrí los asignó, comenzaron a aletear suavemente, lo cual lentamente apagó las luces de los postes. Cuando estaba lo suficientemente oscuro los pequeños colibríes se encendieron, con los tonos de sus plumas extendiéndose más allá de su cuerpo, titilando cual lenguas de fuego en la brisa nocturna. El primer colibrí se colocó delante de los demás, y después de emitir otro canto, los cientos de pájaros comenzaron a bailar en aire. Todo frente a mí se llenó de colores, espectáculo multicolor como jamás había visto. Los verdes, rojos y azules de sus cuerpos jugueteaban en el negro fondo, pintando la vida de miles de combinaciones. Yo no podía más que sonreír porque todo se veía lejos, pequeño ante tanta belleza. Poco a poco la danza fue parando, los colores desvaneciéndose, y las luces del parque encendiéndose. Los colibríes se fueron desperdigando uno a uno, y al final sólo quedó aquel que había osado acercarse a mí. Sonríes, dijo, y esa sonrisa en simple consecuencia de lo que has visto hoy, y si no estuvieras tan enamorado no habría habido tal pirotecnia ante ti. El pequeño colibrí hizo una leve reverencia con la cabeza, y partió. Me levanté de la banca en la que estaba y eché a andar, tarareando aquella canción tan acerca de los dos. Al llegar a mi edificio, alguien me preguntó si vi los maravillosos fuegos artificiales viniendo del parque. Maravillosos, pensé, tanto como sentirse enamorado.

6.3.14

Jueves 6 de Marzo de 2014

Hoy salí de casa, como casi siempre, a las cinco y treinta de la mañana. Adormilado, con la cabeza gacha porque lloré antes de dormir, dejando el backpack en casa porque un libro de Boges parecía más que suficiente, y sin música en los oídos porque olvidé el reproductor de mp3 en la oficina. Tuve que esperar por el microbús por cinco minutos antes de extender mi brazo derecho, aguardar a que parara y que tres personas bajaran, subirme y aplastarme en el lugar más recóndito no del microbús, sino de la Tierra misma. Allá al fondo, lejos de los demás pasajeros, quienes duermen o miran hacia las calles muertas de un lugar por el que se pasa demasiado temprano. Cerré los ojos e intente dormir también, cuando sentí un pequeño roce en la mano derecha. Al abrir los ojos, encontré a mi lado a una niña mirándome fijamente, de una forma triste. Llevaba una pequeña libreta de papel amarillo en la mano izquierda y una pluma que decía "Cozumel" en la otra. Cuando me giré hacia la ventana, sentí una vez más ese roce en la mano, y al voltear noté que me extendía un trozo de papel con lo siguiente:

¿Por qué lloraste?

Iba a responderle cuando puso el dedo índice derecho sobre sus labios, a la vez que me extendía una hoja de la libreta y la pluma. Arranqué un pedazo y escribí:

Porque tengo mucho miedo de no hacer lo correcto, de decepcionar a la gente, de que se alejen porque no soy lo que esperan.

Lo leyó y sonrió, torciendo la boca un poco y moviendo ligeramente la cabeza como diciendo no. Me extendio otra nota.

Eso es muy estúpido.

¿Crees?

Claro. Quien te conoce y confía en ti no debería esperar nada de ti. Y así, la decepción se esfuma en un soplo de lógica.

Lo sé, pero, tengo un desbalance neuroquímico en la cabeza, y a veces no importando de cuanta lógica me valga, las cosas se me apelmazan y no puedo más que llorar.

Patrañas.

No supe como responderle.

El que no quieras medicarte es completamente tu responsabilidad, y no puedes infundírselo a nadie más bajo ninguna circunstancia. ¿Tienes a quien contarle que has llorado?

Eso creo.

Deberías de hacerlo. Sin dramas, sin palabras de más. Sólo el hecho de que has llorado porque te ha alcanzado el vacío. Si te realmente te entienden, todo estará bien.

Tal vez sólo exagero.

Puede ser. Aún así, estás enfermo.

Meh.

Cada papel que ella me dio fue directamente al bolsillo de mi pantalón, mientras que los que yo le di los guardó en su zapato izquierdo. La pequeña me pidió que cerrara los ojos. Lo hice, y sentí un ligero beso en la mejilla derecha mientras ella depositaba algo en la mano del mismo lado. Me susurró, despierta porque estás a punto de llegar. Abrí los ojos y descubrí una flor de origami color amarillo. Busqué las notas en mi bolsillo, mas no las encontré.

5.2.14

Yo qué sé del mundo,
si he estado encerrado toda mi vida aquí,
si no conozco más que una ínfima parte de su gente,
si prácticamente no he comido nada,
si todos los amaneceres y atardeceres que he visto
son pocos comparados con los que ha visto la Tierra,
yo qué sé del mundo,
si sólo hablo dos de sus lenguas,
si conozco nada más dos de sus mares,
y si jamás he charlado con una ballena,
pero yo sé más que nadie del mundo,
porque me han flechado,
porque sus ojos tan profundos y su rostro tan perfecto
me cruzan la mente cuando despierto,
porque mi corazón palpita menos como una función corporal
y más como el ritmo de la vida,
porque mis brazos han arropado su cuerpo,
porque tengo a quien escribirle estas líneas.

9.1.14

Fata

I am no proponent of it, I have always opposed the notion that life seems like a pre-recorded tape that one has never heard and should surprise us regardless of the content and outcome despite the fact we have not chosen it. I am myself, I have told myself over and over, I am myself and the lines I trace can be altered, destroyed, since it is I who makes his own decisions. I live alone, in that apartment on the fifth floor, surrounded by text and image just because I bought them, just because I wanted a place with a panoramic view and picked that apartment over the one near Revolución, just because I have made the choice of no choice. Yet, therein lies the bottom-line of this piece, the proposition that has perplexed me for a couple of months, the idea that would not vacate my mind in spite of the thousand words that may plague this text which will be plain relief. Have I really made that choice to be alone? You see, part of the marvel in any given search is the confrontation with the collapse of our notions regarding so and so, whether we seek said collapse or not, inasmuch as discoveries often provoke the fall of the status quo. It is not that I outwardly spoke of or carried out any sort of search. However, the mind and the heart, if awake and active enough, never stop seeking. So, a few months ago, while watching something about a game I expected, a phrase that I won't ever forget popped up casually, amid noises and screaming voices and minimalistic music, to perch itself on me like no other has ever. The fun in all this is not that such proposition stuck, but the fact that in the forthcoming months evidence of it happening to be true appeared at random simply everywhere I went. Now, was it that such evidence had always been there regardless of my attention, was it that life rolled it out for me to understand a higher order of which I might or might not be part, or was it that I saw things where they were not? Unabashedly, my sight is different because of this, but I ignore why it is and what it is which is different, though I somehow know how different it is. A while ago, a friend told me that it might have been some deity who had chosen this profession for me, and I replied it had been me, for this path among others was the one I felt would take me to whom at some point I wanted to be. I still firmly believe it. Nevertheless, if this I am afraid has come to be is real, I have no grounds to do so anymore. Causality keeps having a massive effect, still I am not who conducts it. It is basically impossible. Henceforth, all I have supposedly handpicked is a consequence of something greater. This does not mean it is bad, that I have no control of anything. Actually, one is yet to concordantly act upon this into which we are run. It is only that for the first time ever anything external appears to be the sole tracer of an event in life. It might be a unique occasion, a quirk which won't ever repeat itself. Every year ahead may not collide with it again, yet this occurrence is vast enough to question every previous event, and to have me sit and wonder. Everything happens for a reason, I heard that day. Now I seem to comprehend it.

13.12.13

Serotonine

¿Y si cantases acerca de los fuegos de artificio que asoman en tu ventana? ¿Y si lo haces en mi oído mientras dibujo ochos en tu cuerpo? Mi cuerpo es tuyo, ¿sabes? Contigo me comparto como el cielo lo hace con las nubes. Has de mí supernova, has de mí toda combinación posible de color, derríteme y crea después botellas de luz para iluminar los rincones más oscuros del mundo. Tu voz cala hondo. El vacío es poco menos que diminuta mancha de tinta negra en hoja blanca. Antes de conocerte me preguntaba constantemente si alguien sería capaz de probarme como muchas veces soñé en mi cama, si alguien podría tocarme hasta ser rocío evaporándose con el primer sol. Estás aquí, mirándome así, dándome eternidad y omnisciencia. Si los siete mil millones de personas que me rodean se enterasen, morirían de celos. ¿Sabes que me veo en ti? ¿Será que tú te ves en mí? Corrí por muchos años, ahora sólo ando, tomando tu mano y despreciando el frío.

Dopamine

El vacío me aterra. Demasiadas veces ya he despertado sintiéndome seco por dentro, con dolor en las articulaciones, añorando otra ciudad, andando como zombi hacia el baño y pensando en la otredad mientras orino. El vacío me aterra como nada más, aquí y ahora. Me he movido de casa, de trabajo, de puesto en tal trabajo, he conocido gente y la he mandado al demonio, he cantado y dejado de cantar, he escrito y destruido después cientos de esos textos, he pasado tardes durmiendo y noches en vela, y el asco no desaparece. A veces siento que soy un fantasma que camina y cae y se pone de pie sin sentido alguno. El universo es vasto, me digo, demasiado vasto, sin poder dejar de ser la partícula que todos los días he sido. Hoy me siento en mi terraza con una taza de café en la mano, los auriculares a todo, el Libro de sueños de Borges sobre la mesita de centro, pero no pasa nada. Hay un árbol navideño titilando en la distancia, verde y rojo y amarillo y algo de azul desde un lugar que no sé cuál es, y el viento sopla y hace cantar las hojas como la voz de una persona cualquiera tratando de inducirme al sueño, hay gritos risueños de una chica declarándole amor a alguien más, ladridos desde una ventana, está el vruuum de los autos y el pfiuuuuuuiiiiii de el carrito del camotero, y mi voz necia cubiéndolo todo. Recuerdo cuando me sentaba acá al inicio de esto, cuando comencé a vivir aquí, y sentía que por fin la nubes cruzando los cielos azules extendían los brazos y me decían adiós, adiós hombre de poca paciencia, los días venideros son nada más que tiempo para que tú encuentres la senda en el bosque, para que tus palabras refresquen al hombre sediento, para que tus ojos bañen la tierra y crezcan flores de aquí hasta el horizonte. Sé y sé y nada más, parecían decirme. Así es lo último, pero hoy el tiempo es sólo tiempo, segundos apilándose sobre segundos sin necesariamente darle trascendencia a los minutos o a las horas o los días, los años, los lustros, y los hombres sedientos no aparecen, y yo soy miope y no veo aquellas flores aunque yo sé que están ahí, no las veo. Siento hambre. Es mayor mi sueño. El vacío me aterra. Y a veces sueño con sus bocazas tragándome de sopetón.

10.11.13

Oda

Si me voy a tumbar a la cama y cierro los ojos tu imagen me invade. Hoy se siente como el mundo gira para ti, para que habites en él, para que seas en él, y para que en ese mundo yo pueda amarte. Cierro los ojos y siento tu cuerpo junto al mío, tu cabello bañando mis manos, tu respiración eliminando cualquier sonido circundante, tus labios quemando los míos. Los abro y sé que no estás mas estás aquí. Las nubes allá afuera se detienen porque no quieren que el sol me lastime, que trepe por las paredes de mi edificio, entre por la ventana y haga arder este cuarto. Ten calma, me dicen, ten calma. Toma al tiempo del brazo y cuéntale lo que has hecho con ella los últimos cinco días, dile de aquella sensación en tu cuerpo cada vez que ella lo recorre con sus dedos, embriágalo si puedes con aquel amor tan sencillo y hermoso que viene de verla despertar y decirle hola mientras la tomas en tus brazos, me dicen. Así que lo siento conmigo al tiempo y le toco una canción acerca del sol y de ella, le murmuro acerca del olor de su piel antes de dormir, del color de sus ojos cuando viste de rojo, del tono de su voz cuando ríe mientras habla y habla mientras ríe, del poder su sonrisa. El tiempo me abraza y dice que el próximo encuentro está cerca, y yo me quedo en mi cuarto enrollado en las sábanas, pensando en ella. No dormiré y soñaré con ella, me digo, porque una realidad a su lado es más que mil sueños en los que me visite. Así que tomo un libro y me pierdo en él, mientras que mi corazón se acelera cuando tu recuerdo me acaricia el rostro, y yo pienso en ti a más no poder porque eres prueba fehaciente de todo lo bueno que el amor representa. 

22.10.13

Mármol

Es el tercer domingo del décimo mes. Hay un incesante número de ciclistas, de gente que corre, que trota, de paseantes sin destino; gente que va a los brazos de alguien, que va tras de su perro, quien abraza la libertad de sentir como el aire le despeina el pelo; gente que ríe porque así son los domingos, que ríe porque algo inesperado le ha roto la rutina, que sonríe porque hay a quien llevar de la mano; el sol recorre las aceras, las nubes recorren el cielo, raptan la luz, y la calle se vuelve un lugar sereno sin paragón. Hay colores por doquier, en serpentinas y globos, la ropa de todos, las correas de los perros, los autos que cruzan lento, el sol y la sombra persiguiéndose por doquier, los helados haciéndose agua, haciéndose leche. Yo veo todo esto, mas no lo siento. La secuencia de notas de algún compositor ruso y la secuencia de palabras de algún autor francés están estacionadas en mis sentidos, reclamando mi atención, mi asombro, mi entusiasmo, y mi congoja. Pero no los atiendo, no en un día como hoy. Porque la soledad me ha atado a esta banca, y lo único que atiendo es el frío que me eriza el vello y el pelo. Me he hecho viejo. Alguien alguna vez me preguntó si yo le habría agradado cuando yo era más joven. Lo dudo, le contesté, era demasiado taciturno, y rara vez parecía que algo me importaba. Pensé en aquel momento que entonces parecía ser un ser más afable al trato, menos torpe socialmente hablando, y un poco más atento a las necedidades de los demás. Sin embargo, también que me había tomado demasiado llegar a ese punto, que había tardado tanto en caer en eso de querer ser mejor persona, como si fuese una meta inalcanzable los primeros, muchos de los primeros años de mi vida. Ignoro si acaso soy una mejor persona. Me he hecho viejo, y si bien creo haber hecho lo correcto, ahora no parece importar. Ah, eres un cascarrabias, me dicen. La gente no cambia, me dijeron algún día. Me he hecho viejo, ya no soy aquel que atraía a la gente con una sarta de sandeces, burlándose de todo lo que se atravezase por la mente, haciendo reír a quien fuera, irreverencia por todo lo alto. Ahora me siento a platicar de forma normal, pocas veces ya con extraños, o me siento y guardo silencio mientras escucho a los demás. No es que no tenga qué decir, pero he hablado tanto ya que escuchar parece una mejor idea. Tal vez tenga que ver con que en esos ratos en los que estoy solo, busco una banca cómoda y me siento a leer. Leer es en cierta forma escuchar. Hoy no lo hago. Atado a esta banca como estoy, con el frío atándose a mí, mis piernas y brazos descubiertos y erizados, la sordera me inunda y no me muevo. El viento sopla fuerte, las hojas crujen, la gente comienza a caminar rápido porque se viene la lluvia. Me levanto con trabajo porque no me quiero mover. Comienzo a andar trabajosamente porque quisiera quedarme sentado en este pedazo de mármol. El día está a punto de terminar, yo sólo pienso en el dolor de mis pies después de andar tanto. Sonrío, pero no de felicidad.

7.10.13

Así

Ahora lo entiendo. Estoy tumbado en un camastro con palapas de palmera y el mar interminable frente a mí. Mientras la miro dormir en el camastro de al lado, pienso en que ahora lo entiendo. No se trata de mandar mensajes todo el tiempo, de saber qué hace y con quién está cuando yo estoy ausente, de cavilar en cuánto me necesita día con día, o de si quiere coger conmigo. Es acerca de los impulsos que la hago sentir, y de la felicidad que siente cuando estoy presente, de cuerpo o no. La seguiría al fin del mundo, le contaría mil y una historias mientras la tomo de la mano, pasaría todas las noches a su lado en cama, todo si su día se convierte en algo distinto, y hay felicidad en cada una de sus terminales nerviosas. Soy un hombre absorto a veces, berrichudo en otras, raro en muchas, pero no dudo ni por un segundo que aquello que me llena de sol las horas, que me inflama el pecho en sueños, y que inspira belleza cuando miro las blancas paredes de mi habitación proviene de ella. El mar hace su splish y su splash con el cielo de fondo, y ella duerme plácidamente, y yo me pregunto si será todo igual en un par de meses. No, me respondo, no porque habré visto más de ella, y por supuesto de mí. Sé que tal vez se habrá enfadado un par de veces conmigo, y yo con ella, y que se podrían atravesar un par de sinsabores por causa del inherente miedo que al amor acompaña. Mas la cantidad de minutos que haya pasado con ella será inconmensurable porque el tiempo pierde sentido cuando nos miramos, y no podré calcular ya cuánto hemos estado juntos. Alguien podrá argüir que tanta seguridad no es natural y que estoy en un error. Aún así estoy seguro de que estaré enamorado de forma más profunda, y que no le veré final a las cosas.

24.8.13

Idea

La idea pocas veces representa al objeto real. Se ha escrito que el hombre idealiza todo lo que se presente frente a sí. Poco se brinca esta proposición. Los días lluviosos se ven como nostalgia, como un plan arruinado, como catarsis, como el escenario perfecto para sonreírle a alguien, como motivo de mal humor. Las fresas se notan como algo delicioso, como un mal día en el sanitario, como felicidad en forma de algo engordador, como algo a evitar, como la prueba de que el amor existe. Los libros se piensan como algo imprescindible, como algo caro y estorboso, como fuente de la vida, como artilugio para crecer, como algo del pasado. Y así con la vida y sus vicisitudes, sus días y noches, su gente y su sueño, su sabor y su olor, su textura, su pesar, sus momentos malos y buenos y peores y mejores. La tonada que me hace sentir perdidamente enamorado puede ser el dolor de alguien más, y sus lágrimas pueden ser lo que riega el pasto en el parque. Lo real está detrás de una cortina gruesa que el ser humano ha tejido por años. Las estrellas lejanas son alimento de algo desconocido. Las hojas son cobija de un insecto perdido. La música es leyes físicas en concordancia. El corazón es un músculo. El alma es sólo 21 gramos menos. Yo lo percibo todo al revés. O al derecho. No estoy seguro de qué forma. Tal vez, muy tal vez todo lo siento real, tan real que se me incineran los nervios. Y que al final, la idea del resto de todo y de todos sea infame porque en nada se parece al mundo en el que vivo.

Remanence

Life is a cliché. Endless repetition. Over and over. People wake up. People shower. They have breakfast and lunch and dinner, then go to bed. They dream silly, nuts, romantic, nonsense, horror. They shit and they fuck. They make love. They piss. They diss. They praise and reward and exaggerate and award. They talk endlessly. They shut up. They die. People are born. Then they die. People walk. People run. They deny. Sometimes admit. Or acknowledge. They shoot or stab or hit or beat over. They kill. They rape. They hide. They say they have done shit. People blame it on anyone else. They blame media. Their parents. Their friends. Drugs. Alcohol. The environment. Mostly their parents. They are never guilty. They flee. They blabber. But at times they say something meaningful. They write. They recite. They sing. Paint. Carve. Create in general. They beget beauty. They are beauty. They depict it all. The universe. God. Sex. The mind. The one they love. The ones they don't. They burst. They burn. They vanish. They are one and one only. And so on. Because life is the endless repetition of worthless or divine patterns. Here and there and everywhere and nowhere. Because we barely understand anything. Spacetime is immense so we think of the infinite. No such thing. Because I am just particles. And when I decompose, when I fuse, there is no possible way I shall remain. There is no bliss in nirvana, so why would I?

19.8.13

A veces

A veces cuando camino por la calle de noche me da aquella nostalgia que sólo da cuando uno sabe que no se dormirá bien por el simple hecho de sentirse tullido y cansado después de escuchar a los congéneres quejarse de lo insensato de la vida, y uno caer dormido en un sillón incómodo y con olor a perro. Le subo a todo al reproductor de mp3, el cual indudablemente logra que el mundo le quepa a uno en el bolsillo porque se puede brincar del soul al doo wop y de ahí al rock de los 50's y terminar en música en español, no sin antes escuchar a Mstislav Rostropovich rasgándole el alma al chelo. La música va a tope y toda la gente que va por la calle parece sincronizar sus pasos con el ritmo en mis oídos, y yo muevo los labios si es que hay letra o muevo las manos y brazos si es que sólo hay música, y tontamente hago gestos a la par. Todo se reduce a ese momento en que nada más parece importar salvo la consecución del clímax de cada una de la piezas que puedan sonar. El mundo, mi mundo, como lo dijo Tesla es una caja de resonancia. Tiemblo y ando, y ando y tiemblo, y quisiera no tener que llegar a casa porque no quiero dormir, no hoy, porque no quiero soñar con imposibles o con lo que de seguro me pasará uno de estos días. Camino despacito, sin mirar el reloj, bamboleando la cabeza y evitando las fisuras del pavimento, evitando pensar en ella y en ellos y en todos y en nadie al final. Cuando ya estoy por llegar a casa y a la idea de que mañana será uno de esos días que no quiero vivir, escojo una lista de reproducción y toco las últimas canciones de esta y me topo con aquella voz que me canta suavemente que no me pierda en el cielo, que no me pierda en el cielo porque cometeré un gran error. Absorto voy, siento como un par de manos me tocan la pierna pidiendo mi atención por cualquier razón, pero ni me inmuto, mucho menos me detengo porque hoy el egoísmo me hace hervir la sangre, y lleva la voz principal en esta tonada rota que ha sido este día ya que no importa cuanto reme a contracorriente, el mal humor me seca los labios y el alma de forma impermutable. 

3.8.13

Mi padre, mi rey

-Ok, escucha: el fantasma de mi padre me visitó ayer por la noche. Pensé en todo los infortunios que me han pasado de tres meses para acá, y el hecho de saber que mi padre no está entre ellos me llenó la boca de rabia. Estuve a punto de gritar, pero me detuvo que mis vecinos también gritarían cual pequeños de cinco meses que han perdido el sueño. Di vueltas en la cama una y otra y otra vez, pero no pude conciliar el sueño. Y cuando por fin me fui perdiendo poco a poco gracias al sonido de las hojas meciéndose en el viento, la alarma se activó.
-Ya veo...
-No es que me queje de que visite mi pensamiento, pero sabes que no es muy grato saberse perdido en una noche en la que se supone yo abrazaría la calma y podría soñar otra vez. Esperé con gran anhelo a que llegara el día de ayer: no tenía que trabajar, podía disfrutar de música y un libro y la bebida ocasional mientras veía el atardecer caer sobre la nada de un día como esos, de los que ya no tengo muchos. Pero volvió a ocurrir... Tengo que advertirte que lo que te cuento está lleno de peros, peros porque no ocurrió lo que debía y lo que quería, peros de que la limonada no estaba tan fría, peros de que esas canciones que sonaron en el estereo gracias a lo perverso del shuffle me hicieron gravitar consecuentalmente hacia la figura de aquel al que no pude decirle que lo quería hasta que fue ya demasiado tarde.
-Me dijiste que tuviste un mal sueño...
-Sí. En él yo estaba sentado en la sala de recepción de una oficina en la que hace mucho tiempo que no pensaba. Tenía cinco años de edad, y por la puerta de salida cruzaban hombres en batas azules y cascos rojos que se cuchicheaban cosas y reían entre dientes después de mirarme. Yo sabía que esperaba a alguien que conocía aunque no recordaba precisamente a quién. Mi padre salía en el mismo atuendo hacia la sala y me preguntaba qué hacía tan tarde ahí si eran pasadas las ocho y yo debía estar durmiendo. Le pedía que me llevara a casa porque al parecer a quien esperaba no vendría. Él tranquilamente me decía que no era su problema si yo solo me había metido en tal embrollo, y que lo único que podía hacer era regalarme un boleto del metro. ¿Sabes? Él siempre me dijo que si llegaba a perderme lo que debía buscar era la estación del metro más cercana y de ahí largarme a mi casa. Mi padre me daba el boleto, estoy hablando del sueño, y me decía que esperaba que no me pasase nada malo en la caminata de la estación al edificio donde vivíamos. Yo le decía que fuera comprensivo ya que tenía cinco años, mas él respondía que la edad era una excusa, y que si había llegado solo, me podría marchar solo. Yo comenzaba a llorar, a lo que mi padre respondió con una paleta y un abrazo de despedida. Espero verte otra vez, me decía. Y yo lloraba sin consuelo.
-Ya veo...
-De cualquier manera, fue un sueño nada más.Es un maldito pellizco en la pierna al lado de los espasmos que sentí ayer cuando la voz de mi padre diciéndome lo mucho que lo he decepcionado rebotaba por los rincones de mi alcoba, susurrándome que si estoy encerrado en este hospital es por mi culpa, y que si él me a veces me mira dormir es porque no tiene otra opción. De verdad que quiero recuperar el sueño, de verdad que quiero vivir otras imágenes, de verdad que anhelo demasiado tener un día de calma, pero todo se empecina en que yo no pueda ser alguien normal otra vez, se empecina en que no sueñe con campos de tulipanes morados y naranjas, y en que la gente que se sienta a mi lado no sonría sin burlarse de lo estúpido que me veo después de que me medican y  yo sonrío plácidamente. No va a ocurrir, ¿cierto? Tú no vienes a visitarme porque quieres sino porque debes, ¿cierto? Tú y tu imbécil sentido del deber... Y tu imbécil obsesión por atenderme mientras te escondes detrás de tu tabla en la que escribes lo jodido que estoy. Óyeme... ¡Óyeme, con un carajo! Eres un puto doctor que se esconde tras sus papeles y sus méritos y sus credenciales, y que busca demostrarle al mundo lo chingadamente bueno que puede ser porque es capaz de atender a su hijo sin derramar una piche lágrima... ¿Me escuchas, padre? Seré un demente, pero sé que estás ahí, detrás de esos lentes redondos y esos ojos tristes... Y que lo único que esperas es que me joda cada vez más para tenderme la mano, salvarme, redimirte, y dejarle ver a tus colegas lo increíble que eres. ¡No! ¡La jeringa no! ¡Desátame y verás como no puedes controlarme! ¡La puta jeringa no! ¡Déjenme con un carajo! ¡Escúchame! ¡No te vayas! Ven... Ven...

-Sabe, doctor Sullivan, aún no entiendo por qué sigue tratando de ayudarlo.
-Es lo último que puedo hacer por él y su familia. ¿Qué haría usted, Drake, si pudiese tratar de auxiliar a su propio nieto despúes de que este mató a su propio padre?
-Lo mismo. Eso creo...

Muro

La vereda sueña con ser andada, y el vagabundo sueña con andar de aquí a allá. El sol hacer crujir la madera, y la madera no quiere crujir porque odia el dolor que le provoca. El mar azota contra las rocas de un rompe olas, y las rocas después de tantos años están agotadas. El vaivén del mundo no es tan fácil como se quiere pensar. El ser humano idealiza absolutamente todo lo que se le presenta frente a los ojos, y la simpleza con la que aparentemente se desenvuelve todo es una idealización más ante el miedo de que algo perversamente oculto nos lleve al abismo. Claro, el universo es un lugar complejo contenido en una serie de acaecimientos correlacionados entre sí en una forma vasta y matemática. La vida debe de tomarse con levedad no por el hecho de creerla fácil y sencilla para sentirse bien con uno mismo, sino por el llano hecho de que es tan inhumanamente complicado saber qué es lo que sucede por todos lados. Alguien se sienta a llorar sin consuelo en la banca roja de determinado parque, y trata de entender el dolor en vez de simplemente abrazarlo, sentirlo, y drenarlo poco a poco cada vez que es demasiado. Así como el río fluye sin saber por qué lo hace, así debería ser con los malos ratos con los que uno debe encontrarse. Andar entre algodones es vacuo e inservible ya que el asco siempre acaba por alcanzarlo a uno. Yo intenté correr lo más rápido posible para no sentir el desgaste de todos los adioses que he tenido que vivir, pero para mi fortuna me di cuenta de que la fricción del viento contra mi rostro acabó quemando mi piel por todos lados, y ahora vivo avergonzado no de mis cicatrices, más bien del atrevimiento que vehemente se refleja en mis ojos. Hoy tomo este pincel y reclamo este muro como el lienzo donde trato de contarle al mundo lo que un insensato hombre como yo hizo aquel mes de julio de mil novecientos setenta y cinco.

Encontré una foto del muro que tenía ese mensaje transcrito en letras rojas mientras lloraba por el amor perdido. La guardé en mi bolsillo, y ahora la leo cada vez que mi ojos estallan. Lloro por horas, y al final me puedo sentir un poco mejor.

3 de agosto del 2013.

30.7.13

Catatonia

Luis ha tenido un día pesado, de largas horas en la oficina, de esas en las que el tiempo parece no sólo detenerse, sino desaparecer y así uno está varado en un limbo en el que las hojas de un reporte no tienen fin, donde los cigarrillos no se apagan, y donde las palabras no dejan de salir de la boca de aquel que se encontraba hablando en aquel instante. Él llega a casa, se tumba frente al televisor y hace un zapping continuo hasta dar con el juego de béisbol de esta noche. El poco interés que le despierta la transmisión lo sume rápidamente en un vórtice de sucesivas memorias en forma de sueños, que van desde el columpio afuera de su casa hasta su cafetería favorita estos días. El último sueño que tiene lo lleva a la casa de su vecino de muchos años. Ahí está la puerta con la pintura descarapelada, la mecedora café que el hijo del vecino le compró a su padre, y el triciclo del nieto con algo de óxido por el desuso. Camina Luis hacia la casa mientras cuenta las hojas de pasto en el jardín. Cruza la puerta hacia la estancia, observa los muebles, los ornamentos y cuadros en las paredes, los retratos en la mesa de la esquina, y todo aparenta ser igual, salvo un detalle: el futón al fondo del cuarto. No recuerda haber escuchado al vecino mencionar la compra, ni siquiera conocía que aquel viejo supiera lo que era un futón. Lo mira con más atención, y descubre que alguien aparentemente dormita en él.
Mientras tanto, Jorge llega a casa después de las obligatorias compras del día, de frutas y verduras para el resto de la semana, de la anti higiénica comida del día, de los bocadillos del perro, y de aquel regalo que quisiese no tener que comprar. La noche va entrando a rastras, como no queriendo porque el día está de malas ya que hizo un calor de los mil infiernos y de seguro le recriminará acerca de la frescura de la noche y como los amantes desnudos la prefieren. Jorge evita cualquier pensamiento acerca de todo, y se acurruca en aquel viejo futón que su amigo Sa Meng le ha traído. Se acuesta hacia la pared, donde encuentra figuras absurdas en el tirol planchado que su hijo colocó a regañadientes ya que sufría con la idea de su hija raspándose los nudillos cada vez que visitara a su abuelo. En el muro encuentra leones de irregulares cabezas, personas con miembros cercenados, constelaciones, manchas inexistentes del test de Rorschach, y un sin fin de cosas que lentamente le acercan al sueño. Comienza a musitar que no quiere dormir porque sabe que hoy tendrá su último sueño, y que quiere despedirse de la mujer que le corta el cabello y darle ese compacto con canciones de amor que nunca se atrevió a darle. Cae dormido profundamente, y poco a poco comienza a visualizar la pared frente a sí.
Luis se acerca al hombre que dormita en el futón y nota el suéter azul a rayas que lleva. Se dice que le recuerda a uno muy parecido que tuvo de chico, a los diez años más o menos, pero con los tonos inversos - las lineas delgadas eran azul argentino, y las anchas azul rey. Continúa acercándose, cauteloso para no perturbar al hombre, pero cuando está a tres pasos algo le impide moverse. Una sensación de pánico le recorre el cuerpo, como aquella que sintió aquella vez que volvía del establo del rancho del abuelo con una cubeta de leche fresca y un toro de lidia que escapó del rancho vecino vino a plantarse en la entrada de la casa para correr desenfrenadamente hacia él antes de que el viejo le metiera un escopetazo. El Luis del sueño, engarrotado de pies a cabeza, piensa en miles de palabras que decir en caso de que el hombre en el futón despertase y se volviese fúrico contra él a reclamarle por el mal gusto de su intromisión.
Jorge ahora simplemente mira consternado las figuras en el tirol planchado. Se dice a sí mismo que no es lo usual, sino pinturas que ha visto recientemente en libros. Ahí están cosas que vio en uno de Vermeer, y ahí también se pueden ver los colores de Basquiat y el dolor de Orozco. Los ojos se le iluminan porque nunca había podido ver tan de cerca todas esas obras. Sonríe ampliamente y le cuesta trabajo respirar porque nunca imagino que las tendría frente a sí, y mucho menos en el mismo lugar. Sus ojos peinan y peinan las pinturas, maravillados ante la curiosa improbabilidad de estar en su casa, y escondidos tras algo tan mundano como el blanco yeso. Trata de tocar las pinturas, mas un suspiro que aparentemente alguien detrás de él suelta lo distrae. Piensa en que tal vez alguien ha notado que guarda las valiosas obras, y que ha venido a robarlas. Siente como el corazón se le contrae, y y como el sudor frío le corre por las sienes. Suspira y murmura que no dejará que se lleven un trozo de su alma, así que del bolsillo del pantalón saca lentamente la barreta que algunas veces lleva ahí y se para del futón de un salto.
Luis lo mira de una forma incrédula y hasta un tanto estúpida. Piensa que era obvio que es el viejo quien yacía en el futón porque quién más llevaría un suerte tan ridículamente azul en un clima como este. Poco a poco gana control de sus extremidades y se mueve hacia el anciano, aunque la torpeza con que lo hace recuerda a aquel monstruo de Frankenstein que tan bien representaba Karloff. Estira la mano derecha tratando de saludar al viejo Jorge, pero sólo atina a agitar su brazo de una forma que maravilla a ambos porque de la tela de su chamarra carmesí caen semillas de ajonjolí a raudales. Luis sonríe y pide que le cuente la historia de aquella vez que Jorge estando totalmente pacheco imitó miles de veces la voz de Heath Ledger haciendo del Guasón y diciendo "Why so serious?", a lo que Jorge le responde que fue Luis quien hizo la voz hasta el cansancio una noche que los vecinos del edificio entero se juntaron en su departamento a beber cerveza, y que alguien repartió churros de mota cuando la bebida se acabó. Luis sonríe ampliamente más y más hasta que siente las comisuras de los labios rasgarse lentamente, mientras Jorge le da palmadas en el hombro y lo invita a sentarse en el futón. Le dice que ha grabado un cd de música para alguien que conoce, pero que su falta de agallas ha evitado que se lo entregue ya que hacerlo sería como entregarse a sí mismo, y que uno debe de ser cuidadoso con esas cosas. Luis asiente con la cabeza sin dejar de sonreír, y como siempre es capaz de inquirir por qué con los ojos, a lo que el anciano le dice que el tiempo que le queda es corto y que sería algo patético confesar amores en una situación como esa. También le cuenta que lamentablemente no tiene el compacto a la mano, mas recuerda bien las canciones y el orden en que las acomodó una noche que los grillos tenían algo mejor que hacer que arrullarlo, y que quiere que Luis las anote en una hoja de papel amarillo por si las dudas, además de unos sonetos que un día escribió en la pared de su cuarto y que decidió borrar porque no había nadie a quien recitárselos. Jorge dicta el nombre de las canciones y el intérprete de cada una, para después de forma parsimoniosa decirle aquellos sonetos rotos, mientras Luis asiente y fervorosamente mueve los labios repitiendo en voz baja las palabras, causando una mueca que le eriza los pelos de la nuca a ambos, quienes tontamente aprietan los ojos porque los saben que la mueca no se irá hasta que Jorge acabe. El tiempo se estira tanto como es necesario porque la lengua del viejo no cesa de moverse, y al final se contrae tanto como es necesario porque este sueño no debe de durar tanto como para que alguno de los dos sospeche que esto es eso y nada más. Jorge se pone de pie camina hacia el pasillo que lleva a la parte trasera de la casa. El pasillo está en llamas, y con cada paso que el viejo da hacia él, la sonrisa del otro disminuye. Brasas comienzan a saltar hacia la estancia, prendiendo mobiliario, fotografías, libros y aparatos, aunque el futón en el que Luis todavía está sentado está indemne. El anciano se detiene a pie del fuego y le pide a su comparsa de tantas charlas que no le olvide. Y mientras este se recuesta a mirar las pinturas que maravillosamente habitan en el tirol planchado, el otro tranquilamente entra en el infierno que es ya el pasillo.
Luis despierta en el sillón de su casa con el juego todavía corriendo en el televisor. Se levanta y va a su escritorio, donde saca un block de hojas amarillas y una pluma color azul y lentamente escribe los nombres de las canciones de aquel cd, además de los setenta y ocho sonetos que su vecino le compartió. Pensó en las penúltimas palabras del viejo. Quema el disco y trascribe el poema para la chica que me cortaba el cabello, le dijo. Y así trabaja toda la noche, mientras la casa de al lado arde calladamente.