14.4.14

10.40

Hoy no es al parecer nada más que un día más, de sol y calor, del vaivén de la gente, de la hora de desayunar y de comer y de cenar, de charlas, de caminatas con y sin destino. Mas, si puedo decir algo, no es nada más que un día. Odiaría sonar como aquellos escritores motivacionales que tratan de convencer a su audiencia de que cada día vale la pena, de que uno no se puede dejar caer y ser arrastrado por el río de circunstancias que bañan el día a día, que hay que saber que la vida es maravillosa y que hay que vivir–con una catarata de signos de admiración de por medio. Tampoco quisiera sonar como aquel tipo de hombre, sombra de sí mismo hasta cierto punto, que exclama que la vida es mera conjunción de eventos fuera de nuestro control, que estar en este mundo no conlleva ninguna relevancia, que cualquier propósito que tratemos de achacarle es mero espejismo. Encontrar el punto medio entre dos extremos tan, desde el punto de vista de muchos, ridículos y vacíos, es tan difícil como tratar de no sonar cursi sabiendo que eso es exactamente lo que haré. No importa. Verán, soy un hombre si bien no lleno de defectos, lo soy de unos llevados al extremo. Uno de ellos es aquel terror abismal de no poder dejarle saber a aquellos que amo lo mucho que significan para mí. Sí, trato de decírselos de forma escrita, llenándoles los ojos de metáforas, bañándolos suavemente con palabras de aprecio, porque así tal vez digan, qué lindo, soy un pedazo de literatura. Y a lo que voy en relación con aquel miedo que mencioné es que cuando me planto frente a ellos, me aterra pensar que lo único que les suelto son palabras que ya han escuchado miles de veces. Tonto, ¿cierto? Así son los miedos de irracionales, de sosos, de huecos y obstinados. Aún así, poco más me queda al respecto al plantarme frente a ellos porque también pintarles de colores el cielo en lo que parece no más que un día más a veces parece pretencioso. Aunque, siendo honestos, para mí la vida no es menos que poesía. Saben, creo que al fin y al cabo, este pequeño texto es intentar poner el mundo al revés, y en vez de escribirle un poema acerca de lo maravillosa que ella es, decirle de forma muy sencilla, en palabras escritas, palabras que tal vez ya sepa, lo que ella es para mí: eres incomparable, lo que jamás había tenido, y con quien quiero pasar el resto de mis días. Así, lo que le he dicho en un  par de ocasiones pueda convertirse en poesía simple y llana, y formar parte de la literatura de la vida.

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