15.10.13

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No entiendo como la belleza puede ser tan desgarradora. Luz y sonido, individualidad y soledad. La noche es algo fría, mas no sobria. Nadie se mueve, nadie habla, sólo escuchan. Escuchan a trece personas hacer del tiempo algo innecesario mientras le cantan a la alegría de brincar en los charcos de agua. Andar de la mano de alguien. Sentir como el agua cae y le corre a uno por todos lados. Explotar mientras se sonríe. Sonreír. Las hojas crujen bajo los pies y las gotas de lluvia. El agua haciendo splish luego splash. No hay otro sonido. No hay otras notas. No se es nada más que el momento. Si se detiene se escucha al viento riendo. Y todos se contagian de esa risa. Nadie se mueve, algunos canturrean palabras desconocidas. Saben lo que les susurra la música al oído. Yo lo sé. Tengo las manos en los bolsillos, me contoneo levemente de lado a lado con los talones despegados del piso, respiro rápidamente, y tarareo. Mis ojos se humedecen, y me desbordo. No importa quién soy, no importa a dónde voy, no importa si mañana será mejor. Importa dónde estoy y qué hago aquí. Chispas de belleza saltan por los aires. Hoppa í poll.

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