19.4.17

La esencia y la percepción del universo

He pensado un poco, porque de plano no puedo decir mucho, en lo que es escribirle algo, un poema por ejemplo, a alguien. Se podría sostener que al ser aquella persona el objeto del deseo o afecto de uno, las palabras cual vida fluyen, y uno sólo acomoda las ideas de acuerdo a lo que uno propone. Recientemente he caído en lo pésimo de objetificar a las personas, incluso si el propósito es algo tan simple y noble como expresar amor por tal o cual. La objetificación conlleva enfocarse demasiado en las características, por lo que uno arriesga a olvidarse de la esencia de aquella de la que hablamos. Vaya, hablamos de los qués olvidando los porqués, los cómos y los cuándos. Esencia. Tal vez sea esa la palabra adecuada cuando uno habla de alguien más. No es fácil descubrirla: usualmente se necesita una cantidad de tiempo en el que se pueda llegar a admirar aquello de lo que se piensa hablar. La cantidad por sí misma no es tan relevante, sino qué se hace en él, qué se escucha, qué se ve, qué se siente. Ahora, algunas​ personas podran sostener que la esencia es la descripción final de cierto ser, y que la percepción de tal esencia es completamente irrelevante ya que no va de la mano con ella. Sin embargo, no hay forma de encontrar y por consecuencia percibir tal esencia sin que haya una percepción de ella. Vaya, es inherente que yo al clamar haberla encontrado, esté hablando no sólo del cómo o cuándo o porqué, incluso el qué, sino de la sensación de mis sentidos, y su conexión con mi cerebro, el cual es el agente que asocia todas esas sensaciones para formar aquella esencia que se ha encontrado, en mi mente. Decir que existe tal esencia sin que yo la perciba, y aún así sepa de su existencia, da lugar a un abstracto tan absurdo como decir que sé de ella porque soy parte de ella. Esto último parece ser ideal, desde puntos de vista románticos y metafísicos que a muchos agradarán. Sin embargo, la contemplación es, desde mi singular punto de vista, lo que completa la belleza de aquello que se ha encontrado, sobre todo porque la esencia es y está sin una intención expresa y llena de propósito por ser bella. Vaya, la belleza de tal o cual es innata a su naturaleza y a su existencia. Si no lo es, posiblemente estamos hablando de algo que se ha producido con el objetivo de aparecer bello a los demás. Dada esta simpleza y naturalidad de esa característica, cuando aparece auténtica, la contemplación de ello, el placer que viene de tal admiración, más el placer de haber encontrado algo bello, le da redondez al hecho de tal belleza. Vamos, usando un ejemplo abyectamente simple y vano, uno no puede saber si un plato es delicioso si no se le ha probado. Obviamente, podríamos escuchar miles de opiniones de distintas personas diciéndonos por qué es un platillo delicioso, ahondando en los olores, sabores y sensaciones que hay y son provocados. Pero, uno no lo puede comprobar hasta que se haya tenido por lo menos una cucharada de él. Ahora, cuando se habla de las percepciones de aquella esencia que se ha hallado, es muy cierto que tales percepciones, a la vez que las proposiciones en las que puede caer como consecuencia, pueden ser erróneas. En algún otro texto observé que la descripción de cierto objeto no cae sólo en lo afirmativo, sino en lo negativo; no sólo en las proposiciones verdaderas, sino en las falsas. Usando una vez más algo vano como ejemplo, al decir que una pared no es negra, no digo automáticamente que sea su opuesto, una pared blanca, sino que en verdad no es negra. Podría ser de cualquier color obtenible y aplicable a una pintura para poder cubrir tal pared. Claro, si simplemente digo que es blanca, me evitó todo este lío que acabo de mencionar. Sin embargo, al hablar de características de personalidad que muchas veces dependen de la percepción de ellas, el asunto se complica, y es completamente válido mencionar lo que parece ser junto con lo que parece no ser. Vamos, resumiendo esto en una simple frase, de aquellas que gustan en la poesía que a veces me atrevo a escribir, aquella persona se compone de su esencia y de la percepción del universo.

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