No entiendes... De verdad no entiendes lo mucho que te extraño. Cómo me revienta la cabeza, cómo se me marchita el cuerpo. Y llegas tu con tus ojos de luna hacia abajo, ojos rojizos, encendidos porque me miras. Ojos vivos y cansados a la vez. Porque duermo y no. Porque te tengo y no. Porque mi cuerpo vibra cual alas de libélula volando sin obstáculos, zigzagueando, siendo sólo una libélula, sin destino, sin prisa por llegar cuando te pienso, así, tú bajo el mismo cielo y tan lejos. Con tus ojos de sol final de atardecer, ya sabes, cuando no son rojos cual flama terrorífica, sino de un café suave, que acaricia el alma. Quiero tus sabores, tus olores. Quiero todo tu cuerpo, con sus imperfecciones y sus unicidades. Todo mundo me habla de lo horrible de perderse, no saber dónde se está, si alguien conocido les escucha, les estira la mano quizás. Pero yo busco perderme en ti, sentir como tu mano y tu voz me guían, me muestran cosas. Porque me tienes. Me tienes. Jamás dudes que me tienes. Y no lo dudas porque sé te tengo. Como Júpiter a sus Lunas, danzando al mismo ritmo, constante, errante andando en el tiempo. Te tengo. Estática en mi cabello. Cada pulgada de mi erizada piel. Mientras me tiro al sillón y me duele todo. Mientras camino por la calle paseando a mis perros. Yo sé que entiendes lo mucho que te extraño. Es simplemente que, a estas horas, no puedo evitar decirte cualquier cosa con tal de sentirte un poquitito más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario